Éste típico bar parisino de antaño, estilo 1900, fue retomado en 2010 por los hermanos ya propietarios del Bistrot de París y del restaurante Chez René, conservando su encanto intemporal de época. Muy cerca de la plaza de las Victorias y del Palacio Real, éste restaurante es el perfecto lugar para ese esperado paréntesis en el tiempo con su sala larga ornamentada de grandes espejos de reflejos infinitos, sofás de molesquin y sus mesas cubiertas por manteles blancos inmaculados.
La carta propone una cocina tradicional, clásica con platillos típicos y retro, como los arenques ahumados, las manzanas en aceite, la terrina de hígado de aves de corral, la entrecot asada, la suculenta carne de res en salsa de mostaza, la sole Georges a la molinera o asada o la mejilla de ternero con colmenillas. Sus postres son completamente una tentación, profiteroles de chocolate, tartas taita o los baba de ron. Los vinos completamente franceses (costa de Roanne, Saint Joseph, entre otros) están servidos en jarras de estaño, dándoles un toque especial.
Todos sus platos son generosos y la calidad en sus productos la mejor. A pesar de contar con precios un poco elevados, no hay nada de lo que te puedas arrepentir al iniciar éste maravilloso viaje en el tiempo.
Reservación recomendada.